Nuestra historia

Nuestra comunidad inicia hacia los años de 1222, fundado por la Reina Berenguela de Castilla, Madre del Rey San Fernando, En Guadalajara. Comunidad que da inicio  aún en vida Santa Clara de Asís, que había nacido hacia el año 1193, quien en 1210, escuchando las palabras del Santo Francisco de Asís: “en que para tener plena libertad, para seguir a Jesús, hay que librarse de las riquezas y bienes materiales”, al oír estas palabras exclamó: “este es el tiempo favorable… es el momento… ha llegado el tiempo de dirigirme hacia Él, que me habla al corazón desde hace tiempo… Es el tiempo de optar. De escoger…”, sintió una gran confirmación de todo lo que venía experimentando en su interior.

Un 18 de Marzo de 1212, un Domingo de Ramos, da inicio a su gran aventura, sobreponiéndose a todo tipo de obstáculos, para dar respuesta a esa llamada concreta del Señor. Así en  manos de Francisco, acompañado de los demás hermanos, en la humilde capilla de la Porciúncula, se convierten ambos en nuestros fundadores de la Segunda Orden de las Hermanas pobres de San Damián, lugar donde más tarde Clara morará en compañía de las que  la seguirían para vivir a ejemplo de ella y el padre San Francisco.

Nuestra comunidad de Santa Clara, en 1912 a raíz de ciertas disputas y ambiciones, es cuando se traslada a Canals Valencia para vivir en este pueblo de la Costera.

Nuestra forma de vida es vivir el Santo Evangelio, como lo deseaban ardientemente nuestros Padres, Clara y Francisco; en Pobreza, Castidad, Obediencia.

Evangelio: Forma y vida de Jesucristo… Toda una vida identificándonos con Él, en autenticidad, en entrega y generosidad.

Pobreza: La pobreza de Jesús, nos compromete a amar, ser pobres, y como tales a trabajar para nuestro sustento. Nuestra pobreza franciscana clariana, ha de ser sobre todo, interna y espiritual, y estar estrechamente unida con la humildad, que es la verdad sobre uno mismo; por eso Clara amonesta a sus hijas: “Mira a Cristo hecho despreciable por ti, y síguelo haciéndote tú, despreciable por El en este mundo”.

Castidad: consagración a Dios que nos capacita para amar en Él con plena libertad a todos los hombres.

Fomenta el amor fraterno y se convierte en signo; por eso une más íntimamente a las hermanas entre sí y en una misma fraternidad espiritual.

Obediencia: el lenguaje de la obediencia franciscana es un lenguaje de amor: “con caridad de espíritu se sirvan y obedezcan voluntariamente unas a otras” (Santa Clara).

San Francisco, “quiere que todos sus hijos sean menores y estén sujetos a todos”, para que con caridad de espíritu, se sirvan y obedezcan voluntariamente unos a otros” Esta es la verdadera y santa obediencia de Nuestro Señor Jesucristo.

Clausura: Vivir centradas en un amor que quiere identificarse con Jesús, en solidaridad con la humanidad.

La clausura es el símbolo, de vivir apartadas para centrarnos en las cosas de Dios, como María, escondida con Cristo en Dios, nos dedicamos sólo a Él en la totalidad del amor.

La clausura es un medio que nos ayuda a poner a Dios en primer lugar, a vivir más en plenitud la vida de oración y la liturgia en silencio y contemplación. Esto hace de nosotras, hermanas con corazón vueltas hacia Dios, viviendo el Santo Evangelio con Misericordia.